Ahora mismo se me ocurre que hay tres motivos para que alguien dejar de pensar en algo:
- Haber decidido que la respuesta no existe
- Haber decidido que no puede encontrarla
- Haber encontrado la respuesta
Veamos estas posibilidades desde el punto de vista de la vida cotidiana de relaciones humanas y no desde el contexto científico donde 2+2 son 4 siempre (o no…).
Primero matizaré una tontería: En este complejo mundo de las personas, en el caso de que alguien quiera dejar de darle vueltas a la cabeza porque haya decidido que no puede encontrar la solución, no tengo claro que eso haga que deje de pensar en lo que quiera que estuviera pensando. Pero lo daremos por bueno (por ahora) como un punto en que se deja de pensar en un problema.
En el segundo supuesto, creo que es una consideración equivocada decir que alguien no puede encontrar la respuesta. Me parece más correcto decir que uno deja de pensar porque se cansa de pensar y decide que no podrá averiguar la respuesta. Esto le permite dejar de pensar y descansar.
Considero erróneo decidir “no puedo resolverlo”, por complicado que sea. Tal vez sea más apropiado decir “no he conseguido resolverlo, por ahora”.
Hay quien dice que no puede averiguar qué futuro profesional quiere elegir, cuando lo correcto sería decir que no sabe qué opción elegir, todavía.
O quien piensa que es incapaz de arreglar una relación de pareja, cuando sería más correcto pensar que no ha encontrado la forma, todavía. O que las soluciones encontradas no son compatibles con otras preferencias (como el respeto por uno mismo). En este último caso, la solución existe y la encontró, pero no la quiere aplicar porque compromete valores más importantes. Esto genera un conflicto interno y prefiere dejar de pensar, porque está agotad/o.
Por lo tanto (y sigo dentro del contexto social y no en el científico), creo que “NO ENCONTRAR LA RESPUESTA” significa realmente “NO LA HE ENCONTRADO, TODAVÍA”. La primera posibilidad cierra puertas y la segunda las deja abiertas.
Y llegamos al mejor punto, a cuando sí encontramos la respuesta (o eso pensamos).
El hecho de encontrar la respuesta es algo subjetivo. Es posible que esa respuesta que creemos haber encontrado sólo sea una respuesta porque ahora mismo encaja con lo que conocemos.
Tal vez me explique mejor con un ejemplo.
Cuando estamos viendo la forma de arreglar una relación profesional, es posible que comencemos por darle vueltas al “por qué” y tras un rato (más o menos largo) de repasar la historia de la relación, lleguemos a encontrar en qué momento o por qué motivos esta relación se deterioró. Puede que encontremos una respuesta (una discusión, un conflicto de intereses, una diferencia de opinión personal…) y la demos por buena.
Lo que hace que la demos por válida es, sin duda, que nos encaja. Que encaja en nuestra realidad, en lo que sabemos, en lo que conocemos y lo que hemos vivido. Por lo tanto, ya no necesitamos pensar más.
En ese mismo caso. si otra persona examinara la misma información desde su punto de vista, a lo mejor considera que las diferencias de opinión personales (política, religión, deportes) no suelen afectar a las relaciones profesionales y entonces puede llegar a otra conclusión. Puede encontrar otra respuesta. Tal vez esta otra persona decida que la razón es una discusión puntual y no tanto una diferencia de opiniones.
Ambas son soluciones válidas y puede haber más. Todo depende de la realidad desde la que miremos y el esfuerzo que le queramos dedicar.
Nuestras certezas son tan importantes que si vemos una taza rota, pensaremos que alguien la ha tirado porque las tazas no saltan solas de las mesas.
Muchas veces nos quedamos con una respuesta que “encaja”, sin pararnos a pensar que igual hay más posibilidades. Es más, me atrevería a decir que la respuesta que elijamos depende de lo cansados que estemos de pensar en eso y el nivel de satisfacción de la respuesta.
En el ejemplo anterior, cuando tenga claro qué deterioró la relación con mi compañero no necesitaré preguntar sobre esto a nadie más.
Es posible que si le dedicamos el tiempo necesario, encontremos más y más respuestas posibles. Hasta que la respuesta esté basada en hechos irrefutables. Los cimientos del conocimiento. Las cosas “que son porque son así”
En otro momento hablaré sobre esos “cimientos” (que son distintos para cada uno) por ahora lo dejaré en que cómo vemos la realidad y qué experiencias hemos tenido, determinan en qué momento damos la solución por buena o por imposible.
Un proceso de coaching ayuda a seguir pensando y a hacerlo de forma distinta. Desde otros supuestos, con otras certezas, cuestionándonos las bases y, sobre todo, pensando en terrenos en cierta forma prohibidos por esas certezas. Cuando algo es absolutamente cierto, no necesito mirar más allá. Pero en coaching nada es totalmente cierto.
El proceso de coaching ayuda a la persona a ver si hay más posibilidades, a concretar sus fortalezas e intereses, lo que le motiva y las alternativas que hay que aún no ha visto. Es posible que no haya elegido porque la respuesta no está entre las opciones que ha planteado. También es posible que las opciones sean limitadas y no se haya decidido aún porque no ha hecho las preguntas correctas, porque no se permite pensar libremente en todas las ventajas e inconvenientes.
Por ejemplo, en un proceso de coaching (al menos en el coaching que yo practico) nos permitimos indagar en las cosas inapropiadas que hemos hecho, sin juzgarlo. Buscamos la emoción que lo provocó o lo que nos hace quererlo. Averiguamos qué nos mueve a hacerlo y entonces, tomamos esa información para averiguar qué nos aporta y con eso suele ser más fácil decidir y actuar. Pero si gritar a un compañero (por ejemplo) está mal y no nos permitimos pensar en ello, no sabremos qué beneficio nos aporta o qué punto de vista nos anima a hacerlo y por lo tanto seguiremos con la idea de querer hacerlo y tal vez lo volvamos a hacer.
Pensar cansa, sobre todo cuando pensamos contra corriente. El coach ayuda a remar y no se deja llevar por las creencias de la persona.
¡ Muy bueno Carlos !,.. Es un placer leer éste tipo de comentarios.
Siempre hay una respuesta, aunque ésta sea la no respuesta, desde ese mismo momento estamos dando por válidas otras opciones aunque en ese instante no las veamos, un giro en esa encrucijada desvía mis pasos en otra dirección y en ese presente ya estoy realizando actos y acciones como consecuencia de mi elección, por tanto ya estoy generando nuevas perspectivas al problema …
Y también creo que es muy sano evadirse por un tiempo determinado de algo que nos obsesiona, he comprado en más de una ocasión que cuando me distancio de mi, me distraigo y me relajo, se forman ideas nuevas que no son en absoluto desechables, respetar el cansancio de uno es una sabia forma que nuestro cuerpo avisa a la mente cuando se ve superada por las circunstancias,
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Un saludo.
Perdón, he puesto comprado en vez de comprobado, me delata el subconsciente, época de rebajas.