A raíz de los atentados en París, he leído por ahí cosas como que «Nacemos humanos y luego nos va separando la religión, el dinero, etc».

Frases como esta defienden que la culpa de lo que sucede entre oriente y occidente es la religión.

¡NO ES CIERTO!

Nacemos iguales y sin prejuicios, sí, pero lo que nos separa son nuestros «educadores» y la forma en que aplicamos lo aprendido. No echemos la culpa a la religión, el dinero o la falta de información; es la sociedad en conjunto y los adultos de forma individual quienes moldean a los niños que, al principio no entienden de religión o raza, hasta que alguien les muestra la diferencia y lo que se esperan que hagan con esa diferencia.

Porque las personas aprendemos cómo funciona el mundo y luego lo aplicamos. No hay que erradicar la religión, hay que erradicar la rigidez mental. Los niños que nacen iguales, son educados en la diferencia y, si no aceptan otras posibilidades, educarán a las siguientes generaciones. 

Las personas nos convertimos en un eslabón más de la cadena que nos amordaza. 

Una mentalidad social flexible, autocrítica y observadora lo resolvería todo. Educar en la base de que la realidad es un punto de vista que puede cambiar, serviría para permitir la evolución social. Pero nuestra mente es rígida y, una vez que aprende algo, lo da por válido. Es complicado conseguir que alguien cambie de opinión, pero es aún más complicado que alguien se cuestione por sistema lo que cree que sabe. 

La base del desarrollo humano ha sido siempre la duda, en forma de curiosidad o esperanza. Pensar que hay alternativas a lo existente es lo que permite que alguien investigue sobre la electricidad, la salud, las estrellas, etc.

La duda genera descubrimiento y conocimiento y, aunque su utilidad ha quedado más que demostrada a lo largo de la historia, seguimos empeñados en aprender cómo son las cosas y dejarlo ahí, en que lo correcto sólo pueden hacerse de una forma, que la realidad sólo tiene una manera de interpretarse. Porque, como tantas veces hemos oído, las cosas hay que hacerlas como Dios manda. 

Ya sabes: esto siempre se ha hecho así, aquello no es normal, las cosas hay que hacerlas bien, es de sentido común, lo normal es esto, tienes qué, deberías… O lo que es lo mismo: «la tierra es plana y mi visión es la única correcta».

Como decía, culpar a la religión de los atentados de París es como culpar a internet de los delitos. Pero la religión y la red sólo son el medio para convencer y delinquir. Es cierto que sin lo primero, lo segundo no existiría, pero sólo son el medio. Detrás de todo, siempre hay personas que adoctrinan y otras con mentes rígidas. El primero crea la norma y las segundas la mantienen vigente.

Esa rigidez es la misma que hace infelices a muchos adultos de la sociedad occidental (lee este otro artículo). De ahí mi empeño en ayudar a las personas a dudar. ¿Y si lo que creo cierto es reinterpretable? ¿Y si hay más opciones? ¿Y si lo que me han enseñado se puede adaptar? ¿Y si la sociedad cambia? ¿Y si lo que antes era cierto ahora es diferente? 

La mente flexible es la respuesta para evitar atentados y para que en occidente los adultos sean más felices. Lo que no sé es cómo difundir masivamente esta idea. Mi única arma es este blog, así que lo escribo y lo comparto. 

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