Cuando vivía con mis padres adoptivos en la granja, recuerdo que hubo una época en la que estaba especialmente inquieto e incluso angustiado. Había decidido irme a la ciudad y aunque sabía que era la decisión correcta, no terminaba de hacerlo. Pasaba los días sintiéndome culpable por seguir en la granja al tiempo que me sentía mal por no marcharme. Quería irme, pero no me decidía. Cuando hablaba con mis padres de esto, estábamos todos de acuerdo en que lo mejor sería dejar la granja, ir a la ciudad y comenzar una vida nueva.

Tenía claro qué quería hacer, estaba emocionado con la nueva aventura, me apetecía muchísimo y sabía que era lo correcto, sin embargo me quedaba en la granja sintiendo un gran remordimiento. Era una situación casi absurda, me sentía culpable por no hacer algo que quería hacer y que nada me impedía hacer.

En conclusión, me quedaba en la granja sintiendo que debía haberme ido pero no haciéndolo y sin saber por qué. Cuando comentaba esto con alguien la respuesta siempre era la misma: si quieres irte, vete.

Comencé entonces un proceso de Coaching Realista buscando un consejo que me ayudara a desbloquearme. Sin  embargo, lo que encontré fue muy distinto y mucho más útil.

Hablando con Carlos, me escuche a mí mismo argumentar en un sentido y en otro. Su forma de llevar la conversación me permitió encontrar objeciones a lo que a mí me parecía perfecto e identificar ventajas en lo que parecía inapropiado. Es decir, averigüe para qué no quería irme y sí quedarme. Fui capaz de encontrar ventajas e inconvenientes donde parecía que no los había.

Lo que conscientemente era un problema minúsculo, gracias al Coaching Realista se transformó en un auténtico dilema. Esto puede parecer una dificultad añadida, pero muy al contrario, ya que sacar a la luz lo que realmente me inquietaba me permitió manejarlo conscientemente.

Inicialmente se trataba de ir a la ciudad o quedarme, pero durante las conversaciones me descubrí a mí mismo argumentando cosas nuevas. La uestión no era tan sencilla. El hecho de marcharme implicaba tomar una decisión sobre mis poderes, tenía necesidades personales que no estaban siendo satisfechas y no quería dejar desatendidos a mis padres.

Cuando expuse el nuevo contexto y los nuevos dilemas, el modelo de conversación que utilizaba Carlos me sirvió para encontrar posibilidades nuevas, entre ellas algunas inicialmente absurdas como la de ser dos personas a la vez. Quería estar, quería irme, quería ser un superhéroe y quería ser una persona normal. Conseguir todo esto al mismo tiempo era impensable, pero en una conversación en la que no hay barreras inconscientes aparecen ideas que parecían no existir.
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Todo esto lo conseguí gracias a que el coach se puso en mi lugar y desde ahí me ayudó a salir del bosque. Me permitió encontrar nuevos puntos de vista míos. Él no me dijo lo que debía hacer, sólo me ayudó a descubrir qué quería hacer yo. Y yo quería ser dos personas.

El resto de la historia ya lo conocéis ¿No?

Un comentario

  1. Muuchas gracias Carlos por compartir tu historia! Me parece genial, ya que ese es el sentido del trabajo. Yo también hice un curso de Coaching y entiendo perfectamente tu planteamiento de trabajo,ayudas a muchas personas, sin duda!! Y además me encanta ver a supeman con el traje de Coaching Realista! Un abrazo!

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