La comunicación requiere hablar y escuchar. Nos esforzamos mucho en dejar claro nuestro punto de vista, peo si no atendemos a lo que el de enfrente tiene que contarnos no estaremos en una conversación, tan sólo serán dos monólogos.

Para que la otra persona nos hable con apertura, debe sentirse escuchado y la mejor forma de conseguirlo es escuchar. Pero escuchar significa, atender al otro y no a uno mismo. Es arriesgarse a aprender de lo que te está diciendo, arriesgarse a que igual tiene razón, a que el alumno sepa algo que el maestro no conocía… a ver nuevos puntos de vista, a entender el mundo desde otros ojos. Es un nuevo mundo que nos puede transformar.

Y no me refiero sólo a las grandes conversaciones, también hablo sobre una conversación en la parada de autobús y en la mesa con la familia política. A veces nos sentamos junto a alguien de quien ya tenemos una opinión formada y todo lo que dice está cubierto por una coraza de opinión previa a la escucha.

Pero claro… es complicado admitir que el otro pueda tener razón, aunque sea un poco. Discutir con un adolescente es una cosa, escuchar sus argumentos puede desmontar los nuestros, tal vez sólo un poquito, y eso es peligroso. Podría cambiar nuestra forma de ver las cosas, podría transformarnos. Puede ser que al escuchar aprendamos.

¿Cómo te sentirías hablando con alguien que sabes que realmente te está escuchando y que está abierto a entender lo que estás contando?  ¿Lo escucharías tú a él?

Saber lo que vas a encontrar limita la capacidad para encontrar lo que no sabes. Aprenderás cuando ignores de corazón lo que vas a aprender.

La capacidad de los niños para aprender requiere de su ignorancia inocente. Escuchan para dejarse transformar. Si sabes lo que te van a decir, si conoces lo que vas a ver, si ya tienes tu opinión sobre lo que te van a argumentar, no podrás aprender.

El aprendizaje es mejora y cambio. A veces pensamos que el aprendizaje nos hace vulnerables porque nos cambia, nos transforma en algo que en principio no conocemos. Nos asusta llegar a ser lo que aún no somos. Es más seguro estar donde estamos porque no conocemos el otro lado del puente.

¿Y si el de enfrente tiene razón? ¿En qué punto me encontraré yo? Es más seguro tener razón y quedarme donde estoy que escuchar abiertamente y aparecer en un territorio desconocido.

Cuando discutes con alguien ¿Cuál es tu objetivo? ¿Convencerlo o encontrar la verdad? ¿Escuchas o sólo esperas tu turno para decir lo que quieres?

En resumen. Cuando quieres que te escuchen ¿Escuchas tú antes de verdad, arriesgándote a que algo cambie en ti?

Así escucha tu coach. Entendiendo tu mundo, tu punto de vista. Esto no es lo mismo que dándote la razón, no se trata de estar de acuerdo, se trata de comprender y desde el entendimiento, el coach acompaña en el descubrimiento de distintos puntos de vista, nuevas opciones….

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