Hace ahora tres años (mayo de 2010), alguien escribió esto en su blog personal:
Tienes en frente a una persona que te está contando cosas y tienes clara cuál es tu postura. Sabes lo que debe ser y lo que piensas, pero cuando vas a hablar, las palabras son “las apropiadas” y no “las deseadas”.
Ves al niño saltando en el sillón y te gustaría saltar con él, pero en vez de hacerlo, le dices que eso no está bien.
Vas por la calle y alguien escupe en el suelo, te gustaría decirle lo que debe hacer, pero pasas de largo.
Tantas palabras que no afloran y que se quedan dentro, sin posibilidad de salir y sin oxígeno. Todos esos pensamientos retenidos, al final se pudren, se enquistan, generan un bulto en tu conciencia y si el organismo no lo reabsorbe puede degenerar en cáncer.
¿No te gustaría poder librarte de las palabras que nunca llegaste a gritar?
Tal vez, decir lo que piensas.
Pondré un anuncio: “Se busca desierto”. Para alquilar, por horas, Mejor, por momentos. O por pensamientos. Bajo demanda. Mejor, bajo necesidad.
Da igual. “Requiero desierto, condiciones a discutir”.
A veces, esas palabras se enquistan en la zona de tránsito del pensamiento y provocan que otras cosas que dices salgan contaminadas, sucias. Inapropiadas. Y dices lo que no debes cuando no debes. Y pagan justos por pecadores. Y al final discutes y no sabes por qué.
“Requiero desierto, para no discutir”
Necesitamos gritar, tal vez el desierto es accesorio.
¿Qué tiene el desierto que lo hace tan interesante?
Es hermoso, te escucha y no responde ni opina, pero parece que te comprende.
Necesito un desierto que me escuche y no me juzgue. Un desierto que me acepte como soy, que lo asuma y que no quiera cambiarme. Necesito que alguien sepa lo que me pasa en el día a día. Las cosas pequeñas y las grandes.
Hoy, esta persona se ha convertido en el desierto que reclamaba.
Como coach, ofrezco un territorio donde poder expresar con libertad las opiniones sinceras y así poder indagar en y desde ellas. Esto permite a las personas progresar en los pensamientos que permanecían inmóviles por no haberse permitido expresarlos sin necesidad de defenderse.
Tu opinión y tus emociones son válidas para comenzar a trabajar desde ellas. Expresarlas es un paso necesario para descubrir dónde estás.
Cuando no tienes oportunidad de expresar lo que realmente sientes y opinas, es imposible encontrar opciones de acción que te satisfagan.
Como coach, soy ese desierto que te escucha te comprende, sin devolverte un juicio.