Se habla mucho de la escucha activa y de la importancia en el coaching. Cuando a mi me hablaron de la escucha activa hace mucho tiempo, me explicaron que consistía en hacer ver a la otra persona que lo estás escuchando.
Asentir con la cabeza, hacer un ruidito de afirmación (algo que suena más o menos así: “u uhm…”) y gestionar tu lenguaje corporal para transmitir que estás escuchando: mirar a los ojos, posición de los pies (sí, de los pies) y del resto del cuerpo. Eso es lo que me contaron en su día, más preocupados por aparentar que por realmente escuchar.
En este enlace se habla más sobre la escucha activa: http://depsicologia.com/la-escucha-activa/ y lo hace en unos términos más completos. Habla de prestar atención a la otra persona y a su comunicación con el cuerpo. Eso es lo que ahora mismo se entiende por escucha activa, algo más útil que la versión que me contaron a mí.
Yo aprendí a transmitir a la otra persona que lo estaba escuchando, pero no tenía por qué ser cierto. De hecho, en alguna práctica han alabado lo bien que escucho cuando finjo que lo hago pero no saben que en esos casos estoy más centrado en aparentar que en escuchar.
La escucha activa es más que representar, es realmente escuchar todo lo que te dice la otra persona, tal y como se describe en el enlace que he puesto antes. Sin embargo, en la explicación que se da en ese mismo enlace, se cae en parte en el mismo error de la apariencia. Habla del contacto visual del que escucha y de asentir con la cabeza.
La escucha en el coaching va más allá. Un coach tiene verdadero interés por lo que el cliente le está contando y como o cuenta.
Cuando hablo con un cliente, no escucho lo que dice (sí, lo has leído bien) yo escucho al cliente, como un todo. No se trata sólo de escuchar y prestar atención al cuerpo, es algo más, es querer realmente SENTIR lo que el cliente transmite con lo que dice.
No se trata de comprender la realidad que me está intentando transmitir, es imposible que yo componga en mi cerebro su realidad a partir de las palabras. (De esto hablaremos más en detalle en las conferencias de introducción al coaching)
Hay que captar los tonos, los gestos, las posturas, la tensión de los músculos. Pero no de una forma consciente, no pensando en hacerlo, simplemente haciéndolo. Dejando en gran parte que la intuición te guíe. Percibiendo lo que es importante para el cliente para así pedirle que mire más allí donde antes no se le había ocurrido mirar. Reflejando lo que estás escuchando para darle al cliente la oportunidad de escucharse a sí mismo por medio de las habilidades del coach.
La escucha es una habilidad que unas personas tienen más desarrollada que otras y también se puede ejercitar.
Practicar en el día a día de forma consciente permite “hacer músculo” y poder escuchar, en el sentido amplio de la palabra, sin esfuerzo, cuando estás en una sesión de coaching.
Estoy segura q » captar los tonos, los gestos, las posturas, la tensión de los músculos» no siempre es necesario cuando se tiene una gran intuición capaz de percibir lo más importante para el cliente.
«Escuchar» es tb saber leer entre líneas y eso ya no resulta tan fácil , eso es tener la suerte de encontrar un buen coach
Ayer precisamente estuve hablando de esto.
Todos «oímos» los tonos y el lenguaje corporal en general. Interpretamos consciente o inconscientemente estos mensajes. Algunos mejor que otros, unos de una forma más intuitiva y otros más entrenada.
Si quieres «escuchar» a la persona que tienes enfrente, a lo que dice y cómo lo dice, a lo que siente; no puedes estar pendiente de sus microgestos, porque entonces te pierdes mucha información. Cuando escuchas atentamente, dejas que la intuición haga ese trabajo. El coach está atento a lo que percibe con todos los canales pero no a los canales.
Hoy o mañana pondré en Youtube un vídeo de la sesión de ayer donde hablo de esto.