El miércoles pasado estaba en un edificio antiguo de Madrid, de esos que tienen ascensores con puertas manuales de principios del siglo pasado. Todo madera, puertas como de forja, que parece que se van a deshacer y donde caben no más de tres personas.

Como aún ando renqueante de la rodilla (esta es otra historia), las escaleras no me sientan muy bien, así que me disgustó un poco tener que bajar andando porque el ascensor parecía no funcionar.

Cuando había bajado un piso, comencé a ver la escena origen del problema. Desde arriba veía el ascensor detenido un piso más abajo, con una perta un poco abierta y un mensajero llamando al timbre de una oficina.

Era un chaval joven y con una expresión simpática que estaba esperando que le abrieran la puerta. Yo tenía claro que el chaval no había tenido mala intención, así que, antes de llegar al rellano donde estaba él. Su expresión de buena persona me animó a decirle con un tono amable que se había dejado una puerta abierta y por eso el ascensor no funcionaba.

El chaval me miró sin responder mientras yo seguía bajando y al estar casi a su altura me doy cuenta de que el ascensor no está en su planta sino entre dos plantas. La puerta entonces se había abierto «sola» a mitad de camino.

Por eso el chaval me miraba así, porque él la había cerrado, pero lo había hecho mal. Así que rectifiqué y le explique (ya que no tenía por qué saberlo) que había cerrado mal la puerta y se había abierto a mitad de camino, por eso el ascensor no funcionaba.

Volvió a mirarme, esta vez me pareció percibir incredulidad y me dijo algo así como que él no sabía nada de aquello.

Intenté cerrar la puerta desde donde yo estaba, pero no pude. Como él era más alto, con un gesto que me pareció de «anda, chiquitín que ya te ayudo yo» me dijo «pero si quieres la cierro» y la cerró.

En ese momento ya tenía claro que él no había subido en el ascensor (era un segundo piso) por lo que algo aforado, traté de cambiar de discurso y pulsé el botón de llamada del ascensor mientras le explicaba que con la puerta cerrada ahora ya funcionaba, estos ascensores viejos tienen el problema de que las puertas son manuales y claro, si cierran mal (algo que él no había hecho) se detienen … pero el ascensor no se movió al pulsar el botón.

Cansado ya de tantos cambios de realidad, seguí mi camino tratando de disculparme ante del chaval que, por cierto, no era tan chaval ni tan simpático y me pareció que no era mensajero sino que trabajaba allí y por lo tanto sabía perfectamente cómo funcionaba ese ascensor.


En un proceso de Coaching Realista, se explora la realidad desde distintos puntos de vista para que tengas más información. Porque la realidad es una y tu percepción es otra, pero tienes las herramientas para ampliar tu visión, sólo necesitas una pregunta adecuada.  

Un comentario

  1. En un proceso de Coaching Realista, se explora la realidad desde distintos puntos de vista para que tengas más información.

    Porque la realidad es una y tu percepción es otra, pero tienes las herramientas para ampliar tu visión, sólo necesitas una pregunta adecuada.

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