Algunas preguntas tienen más de opinión que de pregunta. Algunas incitan más a la defensa que a la respuesta.

Son preguntas que limitan la conversación, no animan a responder sino a justificarse y eso no es facilita un espacio de libre pensamiento.

Preguntas del estilo “¿Por qué no se lo dijiste?”, dejan caer la idea de que quien lo pregunta piensa que “decírselo” era lo correcto o, al menos, era una opción válida.

Este tipo de preguntas son algunas de las que se evitan en una sesión de coaching (al menos el coaching que yo practico) porque impiden la libre circulación de ideas. Quien escucha esto, está más preocupado en justificar “por qué” antes que en averiguar qué opciones hay.

Potencia más el pensamiento preguntar algo así como “¿Qué querrías haber hecho?” o “¿Qué te gustaría haberle dicho?”.

O muchas más opciones “¿Qué le dirías ahora?” ¿Qué te quedaste sin decirle?” “A parte de hablar ¿Qué podrías hacer?”

Estos enfoques ayudan a la persona a descubrir cosas nuevas, se permite pensar.

Otras preguntas tienen afirmaciones escondidas como “¿Qué te gusta de esto que lees?” o no te dejan elegir la respuesta “¿Este texto es bueno o malo?”. Son preguntas a evitar en una conversación que pretende ayudar a la persona a descubrir por sí misma.

Son algunas normas de la metodología del Coaching Realista que hacen que una simple conversación se transforme un medio poderoso de descubrimiento.

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