Reconozco que desespero cuando veo a dos personas discrepar y no estar de acuerdo en lo que dice el otro, que es lo mismo que dice el uno pero de forma distinta.
Pero no se escuchan.
Y pienso ¿Qué sería del mundo si nos escucháramos?
Desespero porque es TAN FÁCIL
Escuchar es dejar de hablar (también por dentro), es dejar de esforzarse en llevarse la razón.
Debería ser sencillo porque supone menos esfuerzo.
Y desespero.
Y las personas (mis clientes) avanzan cuando los escucho. No porque se sientan bien, sino porque cojo lo que me cuentan y se lo muestro e indago en lo que me dicen y dudo de lo que afirman y les pregunto. Por curiosidad, no por que juzgue.
Y piensan que me responden a mi, cuando realmente se están respondiendo a ellos.
Y ellos mismos aprenden de sí mismos y descubren lo que son, lo que quieren, lo que les gusta, lo que pueden hacer, cómo lo pueden hacer y lo hacen.
A veces me dan las gracias y yo pienso ¿Por qué? Nadie agradece al espejo la belleza que uno ve en él. Pero entiendo que es difícil encontrar espejos que no devuelvan una imagen desvirtuada.
Es como si al mirarte al espero vieras el espejo y no el reflejo.
¿Alguien ha visto alguna vez un espejo?
Puedes ver sus manchas, pero si está limpio, sólo ves lo que refleja.
El buen espejo nunca se deja ver, ese es el mejor espejo, aquel en el que sólo estas tú.
Con el Coaching Realista pasa lo mismo, no lo ves. Pero lo aprovechas, porque te ves.
Quizás, tus clientes te den las gracias por hacer de espejo limpio, quizás te den las gracias por ayudarles a mirar de otra forma, con unos ojos capaces de ver y por reflejar esa belleza antes no vista. 🙂