Has hecho el ejercicio de identificar las convicciones que hay en esta frase:
¿Por qué no estudias un poco cada día para no tener que estudiar todo al final?
Y tal vez hayas extraído algunas pero ¿Esas convicciones están realmente ahí?
Estas son algunas de las convicciones que pueden y suelen aparecer:
– Las cosas se asimilan mejor cuando se estudian poco a poco.
– Habrá menos nervios si estudias poco a poco.
– Hay que estudiar.
– Es incapaz de aprenderlo todo de golpe.
– Es más probable que apruebe si estudia poco a poco.
– Se le hará más fácil estudiar poco a poco.
– Podrás manejar imprevistos.
– Es buen hábito para el futuro.
Sin embargo, en esa frase, yo sólo encuentro reflejadas estas convicciones:
– Estudiar poco a poco cada día es mejor que estudiar todo al final.
– No estás estudiando poco a poco cada día
Si tú has encontrado algunas como las anteriores, es muy posible que esas convicciones sean tuyas y no tienen por qué estar reflejadas en la frase. Pueden ser ciertas, pero insisto en que no están en esa frase, las obtienes porque son lo que tú piensas o lo que pensarías si dijeras eso.
Dedica un rato a repasar la primera lista de convicciones y pensar si realmente están en esa frase o sólo están en tu cabeza cuando te imaginas diciendo es frase.
En serio, hazlo. Es importante para asentar tu aprendizaje a partir de tus propias reflexiones.
Cuando dialogas con tu hijo/a te sucede lo mismo. Llegas a conclusiones sobre lo que significa lo que te dice pero realmente esas son tus conclusiones y no sus convicciones.
Conociendo ahora esta diferencia, podemos revisar esta otra frase:
No quiero estudiar, esto no vale de nada.
Algunas de las convicciones que contiene (o puede contener) son:
– Estudiar no sirve para lo que quiero.
– Aunque estudie, no tendré trabajo.
– Para lo que quiero, no hace falta estudiar.
– No estoy estudiando lo que realmente me resultará útil.
– No quiero estudiar [lo que ahora estoy estudiando] porque no me sirve para lo que quiero.
Si quieres conocer las convicciones que hay en esa afirmación necesitas preguntarle qué significa para él y así ayudare a dejar salir sus convicciones para poder conversar mejor.
Fíjate que aquí el gran enemigo es interpretar lo que crees que significa y actuar o intervenir sin permitir más conversación. Preguntarle algo tan sencillo como «¿Y eso?» o «¿A qué te refieres?» dará pié a seguir hablando.
Manteniéndonos en este ejemplo, si le permitimos hablar y explicar si visión conseguiremos tener las convicciones más claras y será más fácil entablar un diálogo sobre qué quiere hacer, qué relación hay entre eso y los estudios, qué lo motiva, etc…
Previous LecciónSiguiente Lección