Estaba pasando la tarde de domingo al tiempo que pasaba los canales de la televisión. Había decidido, de forma consciente, permitirme no esforzarme en nada y, simplemente, dejar descansar mi mente.
Un canal tras otro me ofrecían contenido que no me resultaba de interés, hasta que apareció la película «Esencia de mujer» justo en la escena del tango.
En esta escena, Frank Slade (Al Pacino) se ofrece a enseñar tango a la señorita y esta lo rechaza porque le da miedo equivocarse. En su respuesta, el hombre le dice que el tango es fácil, si te equivocas no pasa nada, sólo debes seguir bailando.
Por supuesto la escena es preciosa, ella baila divinamente y todos contentos.
Sin embargo, la vida no es así. Si una señorita intentara, de verdad, bailar tango por primera vez con un experto bailarín ciego, los resultados no creo que fueran tan estéticos.
Es muy común que muchas personas no se atreven a hacer lo que creen que no podrán hacer bien. «No intentarlo» es una postura totalmente respetable y creo que cada cual debe elegir sus batallas. No defiendo la idea de que todos deberíamos intentarlo siempre todo, como si tuviéramos capacidad infinita de éxito, pero a veces hacemos una interpretación muy limitada del éxito.
El éxito de los demás
Vemos el éxito en los demás y queremos ser como ellos, pero no nos atrevemos porque conocemos nuestras limitaciones. Se nos olvida que el buen bailarín de tango es bueno porque tropezó muchas veces.
Cuando admiramos a alguien por lo que ha conseguido se nos suele olvidar admirarlo por lo que realmente es un gran mérito: haberlo intentado de nuevo.
Hay personas que consiguen grandes logros, a veces con esfuerzo y a veces sin él. Las personas que realmente merecen nuestro reconocimiento son quienes lograron ser buenos bailarines porque lo lograron, no porque nacieron siéndolo.
La pasividad y los sombreros
También hay personas que se quedan bloqueadas y no actúan por cosas como el miedo al qué dirán, por que creen que no es el momento, no lo merecen, no tienen la edad, no quieren que les vean equivocarse, no son tan dignos como el otro, etc.
A la mujer de la escena le da apuro salir, hay gente mirando y no conoce al señor. Imagino que tiene una lucha interna. Una parte de ella quiere salir a bailar y la otra quiere quedarse en la zona segura.
Ayer vi a alguien comprarse un sombrero divertido sólo porque sentía la necesidad de hacerlo. Para mí fue el paradigma de la frescura y el atrevimiento. Me atrevo a pensar que una parte de ella le decía que «no era correcto» y otra se moría de ganas por tener el sombrero.
En ese momento vi vencer al movimiento atrevido frente a la pasividad segura. Desde pequeños nos enseñan a tener cuidado y hacer lo que debemos hacer. Es posible que incluso sea algo propio de la evolución de la especie y de las edades de la persona.
Los niños intentan cosas y los adultos responsables compran puertas blindadas. No se trata de ser siempre niños porque no tenemos a unos padres tras nosotros evitando que nos hagamos daño, pero tampoco creo que quedarse sentados siempre sea la mejor opción.
La persona consciente conoce todas estas posibilidades y elige cuándo intentar y cuando quedarse en casa.
La persona dueña de su vida sabe que puede ponerse un sombrero y atreverse o quedarse sentada para no acabar estrellada contra la orquesta. La persona consciente sabe que tiene opciones y decide porque quiere, no porque debe.
Atrévete
Si bien es cierto que la película es ficción, no es menos cierto que en la vida estamos rodeados de oportunidades en las que podríamos intentar cosas y no lo hacemos por miedo al fracaso o por que creemos que no debemos.
Atreverse, lanzarse e intentarlo son opciones que podemos elegir desde la libertad consciente.
A veces miramos el éxito de los demás y celebramos el logro. A veces creemos que no podemos conseguir lo mismo. Sin embargo, lo que esa persona que admiramos ha conseguido no ha sido el éxito, sino el empeño.
Por encima del miedo, de la vergüenza y del menosprecio propio, el camino para conseguir lo que quieres no pasa por hacerlo bien a la primera, sino por seguir intentándolo.
El espíritu de seguir hacia adelante no te garantiza el éxito en todo lo que hagas, pero te ofrece la única posibilidad real de éxito que tienes.
No olvides nunca que tienes la posibilidad de decidir si bailas, quedarte sentada no es una obligación y que el éxito se consigue intentándolo de nuevo.
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