Recuerdo que hace tiempo me resultaba molesto ir a trabajar. Hacía lo que yo quería hacer y como pensaba que debían hacerse las cosas, pero no estaba a gusto. Tiempo después descubrí que no era cierto y que lo que pensé que quería, no era más que una motivación inculcada.

Hay cosas que se tienen que hacer como se tienen que hacer, eso no implica que sea lo que uno quiere. Confundir estos dos términos puede llevar al malestar laboral.

Las responsabilidades deben abordarse desde la obligación y la motivación, diferenciando una de otra.

Para desarrollar o potenciar una habilidad, resulta muy útil conocer cuál es la actitud personal real ante esa tarea.

La honestidad hacia uno mismo

Un comentario

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *